Ofrendas al todo Poderoso [Libre]

Es una tarea de demonios arrastrar a los más fieles por el otro camino, pero merecían la muerte quienes optaban por estar con Sataás y después arrepentirse. En eso consistía mi trabajo de hoy: demostrarle a Dios que uno de sus fieles había estado del lado oscuro y como un cínico iba a rezarle todos los dias en la Iglesia. Espere pacientemente a que la última misa de esa noche acabara. Cuando vi a mi presa, al instante la jalé a un callejón que había al costado del recinto y golpié su nuca para dejarle inconciente un rato.

Ya todos se habían ido y la Iglesia cerró sus puertas. Desvaneciendome entre las sombras de los árboles, pude llegar a adentrarme gracias a la sombra de la estatua de Jesús que hacía al reflejarse con la luna. Me arrodillé frente a la estatua...era enorme.

-Señor, en nombre de mi Dios Satán, le ofresco un pecador como regalo- al instante mis uñas se convirtieron en largas y filudas garras que destriparon por completo el cuerpo e mi pres sacando sin piedad todo sus organos para comermelos de a pocos.

No es que fuera lugar de su devoción, todo lo contrario, pero una Iglesia siempre era un buen lugar donde conseguir comida, algo de dinero y, si uno sabía donde esconderse, un techo bajo el que cobijarse durante la noche.

Así que se dirigió hacia allí a última hora, cuando sabía que era la última misa, pues también era cuando solían dar algo de cenar a los sin techo que se acercaban. No iba precisamente vestido como para una Iglesia, pero sí que iba más tapado que de costumbre. Junto con sus pesadas botas rockeras, llevaba unos pantalones de cuero ajustados y rasgados por todas partes, como si fuesen marcas de garras y un jersey de rayas anchas negras y rojas 5 tallas más grandes que la suya, que dejaba al descubierto su hombro derecho. Su pelo mantenía su especto leonino y sus ojos esmeraldas remarcados de negro.

Aun así, al entrar le dieron algo de pan, sopa y agua, cosa que, aunque fuera poco agradeció. Una vez se terminó la cena, vió que la misa iba a empezar, ocasión que aprovechó para escabullirse por la rectoría.

Una vez terminó la misa, salió de nuevo, mezclándose con la multitud, llegando hasta el órgano y escondiéndose justo detrás, encaramándose tras los tubos. No era un lugar cómodo, pero no estaría mucho tiempo, pues su plan era dormir en alguno de los bancos.

Una vez que la Iglesia quedó vacía y que solo la luz de las velas que los feligreses encendían en memoria de sus difuntos iluminaba el lugar, decidió salir de su escondite, pero justo ccuando iba a saltar, alguien entró en el templo.

No pudo distinguirle bien, pero supo que era un hombre que se acercaba a la imagen del Cristo con un cuerpo entre las manos. De repente y ante sus ojos, aquel hombre comenzó a destripar el cuerpo y a comerse sus órganos, como si de una película de terror se tratase.

Aquella dantesca imagen hizo que perdiera el agarre y cayera justo encima del órgano, haciéndolo sonar. Gracias a sus ágiles reflejos, logró aterrizar en cuclillas en el suelo, pero al incorporarse, vió que estaba justo a la izquierda de aquel ser...y que sabía que estaba ahí

Me encontraba realmente feliz de probar auqella exquisitez pero un ruido me saco de cuadro. Al instante alzó la cabeza para ver al chico que habia caido a su costado. Me limite a sonreirle y decirle "Buenas noches" para seguir comiendome al´gun organo que encontrara.

-Esta es una bonita noche, ¿no crees?- dije sin despegar mi vista del intestino delgado que tragué como si de un fideo se tratase.

Tenía los ojos abiertos de par en par ante aquel dantesco espectáculo, saliendo al escuchar las palabras de aquel ser del trance en el que parecía haberse quedado, por lo que comenzó a retroceder lentamente, intentando que no se diese demasiada cuenta:

-Aah..sí, sí, preciosa para un banquete-Murmuró, tropezando dee nuevo con el órgano y quedando sentado sobre las teclas- Argh, joder

Reí a carcajadas por sus acciones, yo siempre tendía a reirme de personas que se tropezaran o cayeran, vaya miserable~

-Soy Kyo, mucho gusto. Y me perdonarás no poder estrechar tu mano porque si no te mancharia la bonita ropa que tienes- dije ahora saboreando lo gelatinoso que era la contextura del ojo del ya destrozado cadaver.

Le resultaba tan irreal la situación y más encima que el otro se comportara tan normal, que le entró la risa floja, tapánddose los labios con la mano, negando un poco con la cabeza:

-Kei..eem..igualmente claro..Y no, tranquilo, me doy por saludado...-Se agachó para coger su petate y su guitarra- Bueno, que disfrute de su..¿cena?..Ale, hasta luego..-Salió corriendo como alma que lleva el diablo por un momento hasta la puerta de la Iglesia, pero la encontró cerrada.

Se había olvidado de que hasta la mañana siquiente no la abrirían.

-Kei....-dije cuando el chico se encontro atrapado porque la puerta estaba cerrada. -Que bonito nombre, hasta empieza con "K" igual que el mío-

-aún ensangrentado, me acerqué a pasos lento hasta ponerme justo enfrente de él.

-¿Porqué huyes?- le miré sin expresión -Uds los humanos son tan fáciles de asustar, por lo que veo-

Suspiró, apoyando la espalda en la puerta, viendo como aquel hombre ensangrentado se acercaba, dejando sus cosas sobre un baanco cercano.

Cuando quiso darse cuenta, este estaba justo frente a él, por lo que pudo examinarle mejor con sus ojos esmeralda, cruzándose un poco de brazos:

-Más que fáciles de asustar...No estamos demasiado acostumbrados a ver a alguien devorar crudo el cadáver de otra persona..llámeme raro si lo desea..

Sonrei ante su expresion.

-De verdad si me parece raro, cualquiera estaría muerto de pánico y gritaría...- hize una pausa -odio a las personas que gritan...-

Así mi boca se abrió de tal manera que me comí la cabeza entera triturándolo en segundos. Como resultado habia quedado todo manchado de sangre de pies para arriba.

-Si mi mamá me viera, ya se abria desmayado -reí- me caes bien, Kei. Solo por eso no te devoraré...-

-Esto..no soy de los que gritan sin motivo...aunque sí, cualquiera tendría motivos para gritar ahora...pero tampoco me apetece que me pille el cura o cualquiera aqui con este panorama...Tú podrías desaparecer a saber como, mientras que yo..me comería el marró...-No pudo terminar la frase, pùes su expresión cambió a una horrorizada al ver como devoraba aquella cabeza como si fuese una cereza.

Dió otro paso hacia atrás, dando con la espalda contra el portón, riendo un poco-

-Aam, pues muchas gracias...esto..Kyo, sí eeso era..¿Kyo a secas?¿Kyo-sama?...¿Devorador de hombres?...¿Cómo prefieres que te llame?´-Dijo, impresionado por lo que acababa de ver.

-Descuida, pequeño Kei~ Kyo-sama me gusta más, y no soy un devora hombres..solo un retorcido demonio- -al decir "demonio" mis ojos se volvieron rojos mientras le sonreía macabramente al chico. En eso un remolino de alas negras comenzaron a rodearnos.

-Ne...¿tienes donde quedarte? No soy tan miserable para dejarte la culpa de mis "festines"-

Se fijó en aquellos ojos rojos con su intensa mirada verdosa y felina, remarcada de negro mientras notaba aquel remolino a su alrededor, lo que le extrañó mucho y en parte le fascinó.

-Emm, para serle sincero Kyo-sama..Pensaba dormir aqui..en algun banco de la..Iglesia-Admitió sin dejar de mirarle- Al menos hasta que vi que era su comedor particular...

-En ese caso tendré la hospitalidad de llevarte a mi casa, me preocuparía que te quedaras aquí con tanto frío y el fantasma de aquel cadaver rondando-

Así cogi las manos de Kei para finalmente desaparecer los 2 tras el remolino de alas negras apareciendo así en mi casa.

-Eh, esto, ¿Qué? ¿En su casa?-Le preguntó algo incrédulo mientras se colocaba mejor su petate y su guitarra a la espalda, pues pretendía salir corriendo de allí.

Se sorprendió mucho al ver como le cogía de las manos y cuando de pronto aquel oscuro remolino se los tragó a ambos, haciéndolos desaparecer de la Iglesia, dejando solo los rastos de sangre y restos de aquel cadáver.