Coffee and Marshmallows [KyoxMao]

Pasó gran parte de la tarde ordenando su casa. La razón era que simplemente había invitado a una persona que había conocido recientemente a su casa para beber café, platicar y reír. Mantenía una amplia sonrisa en el rostro mientras acomodaba cada parte de la casa, ya que esa persona era bastante agradable, tanto que ya le había invitado a su casa.
La verdad es que sentía su aura algo extraña. Una parte le decía que tenga sumo cuidado, pero otra le decía que no joda y que intente hacer alguna amistad. Negó con la cabeza, se estaba preocupando demasiado.


-Bien ... -murmuró, elevando la vista hacia un reloj de pared- pronto será la hora... será mejor que vaya preparando lo necesario ~

Y dicho esto, fue a preparar el café y algunos dulces, esperando a su visita.

Ese día había despertado de buen hunor como hace tiempo no lograba hacerlo. Estaba invitado a la Casa de Mao, era un chico que habia conocido días antes y para su sorpresa el chico era un persona muy agradable, puesto que el mismo era un burlón y sadico. Pero al parecer con él podía estar tranquilo y hasta feliz.

Limpió toda su casa como de costumbre, por ser un limpiador compulsivo, se dio una ducha y escogió vestirse todo de negro con varias cadenas de cruces en su cuello. Según recordaba las palabras de su mamá, ella solía decir que siempre que se iba de visita, a esa casa se debía llevar siempre algo para agradecerle la amabilidad. Pero él era un demonio...¿qué tenía que pensar en virtudes y cosas del karma?

Vencido por el recuerdo de su madre salió a la tienda para comprar un pastel y un pote de helado, aquel chico tenía cara de ser dulcero al igual que él.

Ya en su auto tarareaba una canción relativamente alegre y cuando al fin llegó a su destino recordó la ultima frase de aquella música "A una persona especial no se le puede olvidar ♪"

Riendo para sus adentros, tomo las cosas que compró y tocó el timbre esperando a ser recibido.

Una vez terminó de preparar todo para el café, colocó unos pequeños platos con malvabiscos y diferentes dulces para acompañar el café. Los dejó sobre una bandeja y decidió darse un vistazo al espejo.
Debido a que había limpiado la casa, su rostro estaba algo sucio. Llevaba el cabello algo desarreglado y vestía ropa unos cuantos talles más grandes que estaba algo desgastada. Sin duda en poco tiempo se dio una ducha y se puso algo más digno. Para no tener el cabello mojado terminó usando un secador de cabello y se peinó un poco, ensayando al mismo tiempo la mejor sonrisa.
Al oír el timbre, soltó el peine y sintió algo de nervios. Cruzó el pasillo que separaba al baño de la sala de estar y abrió la puerta, sonriéndo con cierta dulzura.

-Bienvenido~ -exclamó animado, haciéndose a un lado para darle lugar- pasa, ponte cómodo -tras ver que el mayor entró a su residencia, cerró la puerta-

Cuando se abrió la puerta, vi a Mao que me recibía con un tierna sonrisa. Haciendo una reverencia me adentré a su casa quedándome parado observando todo. Una de mis desvirtudes era fijarme mucho en como decoraban los demas sus casas, cortesia de mi mama que siempre lo hacia cuando yo era niño. Despejando esos pensamientos, me voltié y le extendí el pastel de chocolate y el helado.

-Traje esto para ti, ojala sea de tu agrado- dije con una sonrisa.

Se dedicó a observar al mayor durante unos momentos mientras al parecer este hacía lo mismo con su casa. Se sonrojó un poco, repitiéndose en su mente que tal vez debería actualizar un poco más la decoración de su casa. Podía ser que los colores que usaba ya no eran los que se debían usar para la estación o algo por el estilo.
Salió de sus pensamientos al oírle, observando la bolsa con sorpresa. No evitó sonrojarse un poco más por aquel detalle.

-Gracias! no debiste molestarte... -sonrió algo apenado, tomando la bolsa para darle una rapida vista. Sintió sus ojos brillar al notar el helado y aquel pastel, sin duda el mayor había dado en el clavo.- Wooah~ -río un poco, sacando el pastel- quieres comerlo ahora? -le dedicó una pequeña sonrisa-

Noté su sonrojo riendo para mis adentros -No es ninguna molestia, tú te lo mereces...-me senté en el sofá viendo el café con los malvadiscos.

-Prefiero probar esto antes- sonreí -ya después nos englotonamos con lo demás- y al chascar mis dedos hize que Mao se suspendiera en el aire y su cuerpo viniera sentandose en mi regazo.

-¿Curiosos estos poderes, no crees?-

Asintió al oirle, amagando para dirigirse a guardar el helado cuando escuchó el chasquido y automaticamente vio su cuerpo alejado del suelo. Abrió los ojos ampliamente, más al notar que en un abrir y cerrar de ojos se encontraba en el sillon. Sonrió aún más ante sus palabras, sabía que algo raro tenía.

- Lo sabía... -murmuró, extendiendo la mano para tomar el café- aunque es arriesgado que demuestres tus poderes, akuma~ -canturreó

Le dio un sorbo al café. cerrando los ojos por un momento.

-¿Qué de malo tiene mostrarlos ante un buen amigo?- dije tomándo el café y llevándome a la boca de lleno un malvadisco que tenía un ligero sabor a chocolate.

-Y si bien te he observado, tú también eres igual de raro que yo- sonreí mirándole para darle otro sorbo a la taza

-No tiene nada de malo... -dijo observándole con algo de fijeza, acomodándose un poco en sus piernas- solo que podría haber sido un ángel completo y eso te jugaría en contra... -murmuré, dándole otro sorbo al café.

Se quedó observándole unos momentos, tomando uno de los malvaviscos para saborearlo. Amaba esa esponjosidad, siempre le hacía sonreír. Dejó la taza sobre la bandeja, riendo un poco.

- Y sí, soy un Hibrido~ -se cruzó de piernas-

-¿Vez? No eres un angel completo...-mordi a la mitad uno de los malvadiscos para meter la otra mitad en la boca de Mao y le sonreí travieso.

-No me jugará en contra porque también tienes algo de demonio igual que yo- relami mis labios sin apartar mi vista de sus ojos.

Reí un poco ante sus palabras, entreabriendo un poco los labios para permitir la entrada del dulce. Le dirigió una mirada divertida, tomando nuevamente la taza para beber del café. Rápidamente lo dejó en la bandeja y se levantó, sentándose nuevamente sobre sus piernas pero esta vez a horcajadas.

- De igual manera... nunca debes confiarte demasiado~ -sonrió pícaro, relamiéndose un poco los labios por la sensación del café-

Sonreí de lado y sin despegar mi vista de él, le cogí de la cintura acariciandola un poco con ambas manos.

-En ese caso ¿que es lo peor que puede pasar si me confio de ti?- pregunté mirando por un momento sus labios y despues acercar mi rostro a su pecho sintiendo su aroma. El aroma de alguien un poco menos impuro que yo puesto que era mitad ángel.

Llevó sus manos hacia sus hombros, matándolos con suavidad. Soltó un suspiro al sentir sus manos, sin embargo no se dejó acariciar.

- Pues... en caso que no me agradaras podría usar mis poderes de ángel para exterminarte. -apretó un poco sus hombros con las uñas, sin dejar de sonreír- pero dado que me agradas, nada malo puede sucederle... -susurró.

Cerró los ojos al sentirle tan cerca, eso era lo malo del café para él. Ciertamente le volvía más hiperactivo y atrevido. Le llevaba a hacer cosas que nunca sería capaz de hacer por su vergüenza. Se acercó hasta rozar ligeramente su labios, separándose al momento.

- Así que, no debe tener problema... -Dijo para luego cerrar los ojos y levantarse para acomodarse en el sillón. Tomó la taza y bebió su contenido con lentitud, usándolo para ocultar un suave sonrojo que apareció de la nada al no estar tan sumido en los efectos del café-

-Pues aunque no te agradara, haría lo posible por intentar agradarte- alzé mi vista-pero que bueno que ese no es el caso...- Cuando vi que acercaba sus labios con los mío estaba dispuesto a besarle pero al instnte se separó dejandome algo aturdido. Cuando volvió a sentarse pude notar un rubor en sus mejillas, las cuales ya no pude ver bien debido al vapor del café que cogió para tomar.

Algo dentro de mi no estaba bien...normalmente me hubiera llevado mal con el por ser mitad ángel o me lo hubiera comido. Pero no....me atraía mucho ocmo apara eso...espera, ¿yo dije que me atría?

Un poco desconcertado por mi pensamiento me comenze a comer los malvadiscos uno por uno sin masticarlos bien.

Una vez sintió que su sonrojo se había relajado, dejó la taza ya vacía sobre la bandeja y dirigió la vista al mayor, dejando escapar una pequeña risa al ver aquella manera tan voraz de devorar los pequeños dulces. Esperó a que termine de comerse los que quedaban, que por suerte eran pocos y se levantó del sillón, tomando algunos de los pequeños platos que hasta hace un momento contenían los dulces.

-Traeré más~ y de paso, llevaré el helado al congelador... -le sonríe leve, encaminándose a la cocina-

Mientras se dirigía a dicho lugar,se reclamaba a si mismo que tendría que haberle besado. No sabía porque, pero su corazón estaba latiendo muy rapido al estar cerca de él.

Una vez que me terminé los dulces, los mastiqué bien en mi boca, lo cual era algo dificultoso...mi cara parecía la de una ardilla. Vi en silencio cómo Mao se iba a la cocina; quize seguirle pero no podía quitar otra d elas advertencias de mi madre de mi cabeza "Mastica la comida como 30 veces para ayudar a tu esófago". Ya bien triturado por mis dientes, pude tragar esos dulces dando un suspiro de alivio.

Me recosté en el sofá pensando en la imagen de Mao besándome, pude imaginarme sus mejillas rosadas y su mirada avergonzada. Yo me conosco bien, cuando deseo a alguien por su cuerpo simplemente le coqueteo para hacerle mío la misma noche. Con este chico no era así...solo bastaba que pusiera su mano sobre la mía para remover mi corazón.

Decidido, me dirigí a la cocina.

Comenzó a colocar aquellos en las bandejitas, suspirando un poco mientras sentía como el sonrojo volvía a su rostro. Su mente seguía reclamándole haber besado al demonio, y le traía la sensación de los labios del mismo sobre los propios. Suspiró con suavidad y tomó uno de los dulces, pasándolos con suavidad por sus labios mientras cerraba los ojos. Aquella sensación volvió a él, haciéndole sonreír.

Sintió pasos acercarse y abrió los ojos. Metió parte del dulce entre sus labios, dándose la vuelta para ver al mayor que ya estaba en la cocina.


- Pasó algo?... -murmuró con algo de dificultad, ya que tenía aquel dulce. Sin darse cuenta se recargó contra la mesada de la cocina.

Apenas entré a la cocina, noté que el menor estaba un tanto nervioso al verme aparecer, aún así sonreí de lado.

-No, todo está bien...-

Dicho esto me le acerqué más y vaya suerte tuve porque Mao se había recargado contra la mesa, así sería más fácil no dejarlo ir. Rodié delicadamente su cintura con mi brazo derecho y con mi otra mano cogi su mentón para que me mirara directamente a los ojos.

-Depende de ti si esto está bien o no-

Acto seguido posé mis labios sobre los suyos para convertir nuestro roze en un dulce beso.

Tragó aquel dulce al verle acercarse, sonrojándose un poco al sentir como su cintura era rodeada y acto seguido su mentón era elevado. Se relamió disimuladamente los labios para limpiarse los restos del dulce y le observo fijamente, sintiendo como los colores se volvían a asomar a su rostro.

-Todo está bien... -murmuró con suavidad-

Se sorprendió un poco al sentir el roce, cerrando los ojos al momento y soltando un suave suspiro, más comenzó a corresponder aquel beso con timidez, elevando sus manos para acariciar sus hombros con mucha suavidad.

Para mi agrado, Mao había correspondido el beso: era buena señal. Mientras le besaba, lo acerqué a mi, apegándonos más. Mantenía los ojos abiertos ya que no quería perderme ni un detalle de su rostro. Noté el rubor de sus mejillas y reí para mis adentros con malicia por lo que decidí introducir mi lengua y entrelazarla con la de él, saboreándo aquela humeda cavidad que aún tenía el dulce de los malvadiscos.

Un cosquilleo invadió mi pecho, tal vez era lo que me imaginaba...*Me gustas, es eso posible...*

El sabor de los labios del mayor le estaba haciendo querer probar más de él, a tal punto de relamer suavemente sus labios antes de que este introdujera su lengua en boca, entrelazándola el momento mientras se acercaba más a él. Sentía como si sus labios encajaran perfectamente, ladeando un poco el rostro para abarcarlos de mejor manera.

Las sensaciones le hacían sonrojarse más a cada momento, a tal punto de preguntarse porqué a aquella persona podría dominarle de aquella manera, solo bastó un acercamiento para que sus sonrojos se prolongaran. - Nhh.. -jadeo suavemente, sintiendo un pequeño hilo de saliva correr por su mentón.