Hyde Takarai
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Hyde Takarai
Nombre completo: Hideto Takarai
Apodo: Hyde, Akuma, Doiha, Haido.
Fecha de nacimiento y edad: 29 de enero || 27 años
Rango: Híbrido - Ángel y demonio.
Seme, suke, uke: Suke
Descripción psicológica:
Se podría decir que Hyde es Hyde y punto, todo dependería de la situación para saber cómo se comporta. Por lo general se le ve de un buen humor, alegre y con ganas de bromear, mientras que en otras su humor sube y baja como una misma montaña rusa. A veces para muchos resulta un tanto difícil de comprenderlo. Puede mostrarse tímido a la hora de conocer a los completos desconocidos, como también podría ser cortés, jovial y alegre, ánimo que predomina en la mayoría de las ocasiones. Peca de ser terriblemente amable pero al contrario no tiene ningún pelo de estúpido. Hyde odia que lo intenten tomar por lo que no es y por consiguiente, resulta bastante inteligente y perspicaz, una persona que sabe sacar provecho de las situaciones que se le presentan. Nunca ha sido un aprovechado de esto y no tiene ánimos de serlo, pues detestaría que le jugaran de dicho modo.
Tiene una forma de pensar muy distinta de pensar y de ver el mundo, una muy suya y única. Resulta misterioso para los desconocidos y parece que él ama esa aura de misterio que crea a su alrededor. Sin embargo, curiosamente, es capaz de parecer un niño frente a ojos de los demás con algunas de sus manías, sin temor a hacer pucheros, poner caras adorables y lo que sea para convencer al resto o en todo caso, hacerlas de manera autómata en las que no se da cuenta.
Se aburre con demasiada facilidad. Siempre necesita mantenerse entretenido o por el contrario, se aburrirá y podría ponerse de mal humor. Nunca es bueno hacerlo enojar. Es insoportable, chillón, no se traga lo que tiene que decir y puede resultar un terrible dolor de cabeza, pues no le gusta escuchar que la gente lo contradiga en dicho estado de ánimo. Quizás por ese mal humor tan terrible e insoportable se ganó el apodo de Akuma (demonio), además de que es capaz de buscar cobrárselas de verlo necesario. Podrá ser irritable de mal humor pero no por ello es tarea imposible hacerlo caer en cuenta y reaccionar. Llega a ser bastante orgulloso y cuando se siente triste o de un humor no muy bueno, es de los que prefiere no decir nada y tragarlo hasta que a veces, ya no aguanta más.
Quizás como un rasgo innato, es sensual y coqueto. Si se habla de él en calidad de amigo, es muy bueno y fiel, siempre está ahí en las buenas y en las malas, pero es capaz de odiar tanto como de querer.
Descripción física:
Presenta cabello lacio y manejable, siempre variando en el estilo que usa y nunca teniendo uno por demasiado tiempo. Lo ha tenido de todos los largos habidos y por haber, así que jamás deberá sorprender un cambio de la noche a la mañana. Sus ojos llaman la atención al ser demasiado expresivos, con un aire de misterio que atrae a las personas lejanas a él. No son demasiado rasgados y presentan un color castaño oscuro en el iris. Es de tez blanca, suave al tacto y bien cuidada, sin ninguna imperfección a la vista. Sus rasgos son más bien andróginos y a veces delicados, creando una perfecta armonía con el resto de su cuerpo que es delgado y se mantiene en forma. Posee labios suaves y algo carnosos de un suave color rosa, capaces de dar muy bonitas sonrisas. Tiene la piel tatuada con unas alas de ángel en la espalda (según muchos, le dan un toque perfecto) y enredaderas de espinas en los bíceps. Además de las típicas perforaciones en las orejas posee una perforación en el ombligo y pezones. Mide 161cm.
Fotos:
Historia:
Hideto Takarai, nacido una fría madrugada del 29 de enero. Las personas normales, que desconocen las raíces de él, sólo sabrán lo básico: un chico dejado a las puertas de un orfanato en Wakayama, adoptado a los cinco meses de edad. Detrás de la historia que lo envuelve, también hay otra.
Oyuki era un demonio, manejaba el elemento fuego, satanista cuando humana, un demonio le drenó el alma hasta volverla uno de los suyos. Al otro lado de la balanza estaba Kentaro, un ángel puro nacido y criado en el reino celestial, dotado con el elemento del aire. Ambos se conocieron en una “misión” en la tierra. Oyuki era una mujer sensual, lista, analítica y Kentaro un hombre amable, inteligente y sabio. La “misión” de ambos era llevarse el alma de una adolescente a la cual no le faltaba mucho por morir. Oyuki por el lado malo, quería tentarla a los vicios humanos, lujuria, drogas, mentiras y escapadas, mientras que Kentaro le mostraba las cosas buenas de la vida. La prueba la ganó el ángel, y la chica se fue al cielo, pero ellos dos no. Oyuki y Kentaro sin darse cuenta, en medio de la rivalidad de las dos razas, se gustaron, con las manías y mañas del otro se desencantaron y así, lejos de los ojos de ambos creadores en la tierra, empezaron una “relación” a escondidas de los demás. Fruto de esa relación es Hideto, y es ahí cuando la historia toma forma. Al nacer una mujer pálida, de ojos claros, cabello negro ébano y labios rojos lo dejó entre las puertas del orfanato de Wakayama y nunca, jamás, se volvió a saber de la progenitora. “Se llama Hideto”, fue lo último que dijo antes de marcharse y jamás volver a aparecer. No se tenía nombre, nada, nada que la relacionara con el bebé.
A los tres meses de edad, el pequeño Hideto fue adoptado por la familia Takarai. Era una pareja de personas sin el poder concebir un “pequeño milagro”, y al ver al bebé en el orfanato no dudaron en llevárselo. Acababan de mudarse a Wakayama de la metropolitana Tokio. Ella, la señora Hideki Takarai, era una maestra de artes, y el padre, Souichi Takarai adoptivo era chef en uno de los restaurantes más caros de la ciudad. Ninguno de los dos padres sabía el origen del niño. Intentaron investigar, pero mujeres como las descritas por las monjas del orfanato habían muchas. Por ello quizás, no se esforzaron demasiado en saber qué pasó con la madre y padre de Hideto. Creció en un ambiente familiar como hijo único. Hideto resultó un niño curioso, activo e inteligente, con un gran interés por el arte gracias a su madre. La familia Takarai le aceptó y cuidó, un hogar perfecto si así podría llamarse. Durante los años de estudio era un alumno bueno para las artes, malo para todo lo que requiriera números. Se enamoró del arte, diseñar, dibujar y la música como todo un hobby, así como se entretenía con las noticias, coleccionando las que más le interesaban. Gracias a su padre también aprendió a entretenerse con la cocina. Su vida recibió todo un cambio a la adolescencia. No sólo fue diagnosticado con daltonismo, cosa que le impedía diseñar y estudiar lo que deseaba, sino también que descubrió otra cosa que ninguno más sabía sobre él.
Fue una tarde de abril, estaba enojado, molesto, rabioso, y en medio del enojo bastó para que se desatara parte del poder que cómo híbrido, poseía. Las cortinas de su habitación se incendiaron y primero tonto, debió reaccionar para apagar el pequeño incendio. Quiso pensar que eran cosas suyas, pero pasó dos meses después, con otro enojo interno que amenazaba con explotar pero en este caso, un chico con el que se enojó enfermó de gravedad cuando le deseó peor. Alarmado, con temor de que los padres no le creyeran, investigó por cuenta propia. Pasaba horas en la biblioteca del pueblo, leyendo, repasando, y una noche cuando la biblioteca ya cerraba, se le “apareció” un hombre en medio de la faena de recoger los libros más gordos que él. Era un hombre joven a su parecer, con un aura que irradiaba paz y felicidad. Ese hombre, aunque Hideto lo esquivó, no funcionó demasiado y lo pilló fuera de la biblioteca. El hombre se presentó como “Kentaro” y tras calmar al chico y hablarle, le soltó toda la historia. El tal “Kentaro” era el padre verdadero de Hyde, un ángel. Le contó que su madre era un demonio, el origen de los sucesos tan extraños. Oyuki murió una semana después de dejar al niño en el orfanato, asesinada por varios demonios de su propia raza. Hideto no quiso creerle al principio, pero todo concordaba. Lo encontró días después de la escuela, por la tarde, y Kentaro lo acompañó hasta la casa. El contacto siguió incluso meses después y el chico fue aprendiendo del hombre, éste le mostró sobre los poderes, demonios, el bien y el mal, etc. Los padres adoptivos de Hideto se enteraron de eso y aunque desearon prohibirle el contacto, no lo hicieron al final.
A los dieciocho años se rompió el contacto entre Kentaro y Hyde. El ángel volvió al cielo tras “instruir” a su hijo. Hideto, además de gustarle el arte, empezó a estudiar periodismo. Ahora a los veinticinco años, terminó los estudios, ejerce la profesión y desea mejorar los dotes día a día. Anhela a su vez que el “origen” que tiene no le impida tener la vida que desea.
Banda a la que pertenece:
L’Arc~en~Ciel y VAMPS
Apodo: Hyde, Akuma, Doiha, Haido.
Fecha de nacimiento y edad: 29 de enero || 27 años
Rango: Híbrido - Ángel y demonio.
Seme, suke, uke: Suke
Descripción psicológica:
Se podría decir que Hyde es Hyde y punto, todo dependería de la situación para saber cómo se comporta. Por lo general se le ve de un buen humor, alegre y con ganas de bromear, mientras que en otras su humor sube y baja como una misma montaña rusa. A veces para muchos resulta un tanto difícil de comprenderlo. Puede mostrarse tímido a la hora de conocer a los completos desconocidos, como también podría ser cortés, jovial y alegre, ánimo que predomina en la mayoría de las ocasiones. Peca de ser terriblemente amable pero al contrario no tiene ningún pelo de estúpido. Hyde odia que lo intenten tomar por lo que no es y por consiguiente, resulta bastante inteligente y perspicaz, una persona que sabe sacar provecho de las situaciones que se le presentan. Nunca ha sido un aprovechado de esto y no tiene ánimos de serlo, pues detestaría que le jugaran de dicho modo.
Tiene una forma de pensar muy distinta de pensar y de ver el mundo, una muy suya y única. Resulta misterioso para los desconocidos y parece que él ama esa aura de misterio que crea a su alrededor. Sin embargo, curiosamente, es capaz de parecer un niño frente a ojos de los demás con algunas de sus manías, sin temor a hacer pucheros, poner caras adorables y lo que sea para convencer al resto o en todo caso, hacerlas de manera autómata en las que no se da cuenta.
Se aburre con demasiada facilidad. Siempre necesita mantenerse entretenido o por el contrario, se aburrirá y podría ponerse de mal humor. Nunca es bueno hacerlo enojar. Es insoportable, chillón, no se traga lo que tiene que decir y puede resultar un terrible dolor de cabeza, pues no le gusta escuchar que la gente lo contradiga en dicho estado de ánimo. Quizás por ese mal humor tan terrible e insoportable se ganó el apodo de Akuma (demonio), además de que es capaz de buscar cobrárselas de verlo necesario. Podrá ser irritable de mal humor pero no por ello es tarea imposible hacerlo caer en cuenta y reaccionar. Llega a ser bastante orgulloso y cuando se siente triste o de un humor no muy bueno, es de los que prefiere no decir nada y tragarlo hasta que a veces, ya no aguanta más.
Quizás como un rasgo innato, es sensual y coqueto. Si se habla de él en calidad de amigo, es muy bueno y fiel, siempre está ahí en las buenas y en las malas, pero es capaz de odiar tanto como de querer.
Descripción física:
Presenta cabello lacio y manejable, siempre variando en el estilo que usa y nunca teniendo uno por demasiado tiempo. Lo ha tenido de todos los largos habidos y por haber, así que jamás deberá sorprender un cambio de la noche a la mañana. Sus ojos llaman la atención al ser demasiado expresivos, con un aire de misterio que atrae a las personas lejanas a él. No son demasiado rasgados y presentan un color castaño oscuro en el iris. Es de tez blanca, suave al tacto y bien cuidada, sin ninguna imperfección a la vista. Sus rasgos son más bien andróginos y a veces delicados, creando una perfecta armonía con el resto de su cuerpo que es delgado y se mantiene en forma. Posee labios suaves y algo carnosos de un suave color rosa, capaces de dar muy bonitas sonrisas. Tiene la piel tatuada con unas alas de ángel en la espalda (según muchos, le dan un toque perfecto) y enredaderas de espinas en los bíceps. Además de las típicas perforaciones en las orejas posee una perforación en el ombligo y pezones. Mide 161cm.
Fotos:
- Spoiler:
Hideto Takarai, nacido una fría madrugada del 29 de enero. Las personas normales, que desconocen las raíces de él, sólo sabrán lo básico: un chico dejado a las puertas de un orfanato en Wakayama, adoptado a los cinco meses de edad. Detrás de la historia que lo envuelve, también hay otra.
Oyuki era un demonio, manejaba el elemento fuego, satanista cuando humana, un demonio le drenó el alma hasta volverla uno de los suyos. Al otro lado de la balanza estaba Kentaro, un ángel puro nacido y criado en el reino celestial, dotado con el elemento del aire. Ambos se conocieron en una “misión” en la tierra. Oyuki era una mujer sensual, lista, analítica y Kentaro un hombre amable, inteligente y sabio. La “misión” de ambos era llevarse el alma de una adolescente a la cual no le faltaba mucho por morir. Oyuki por el lado malo, quería tentarla a los vicios humanos, lujuria, drogas, mentiras y escapadas, mientras que Kentaro le mostraba las cosas buenas de la vida. La prueba la ganó el ángel, y la chica se fue al cielo, pero ellos dos no. Oyuki y Kentaro sin darse cuenta, en medio de la rivalidad de las dos razas, se gustaron, con las manías y mañas del otro se desencantaron y así, lejos de los ojos de ambos creadores en la tierra, empezaron una “relación” a escondidas de los demás. Fruto de esa relación es Hideto, y es ahí cuando la historia toma forma. Al nacer una mujer pálida, de ojos claros, cabello negro ébano y labios rojos lo dejó entre las puertas del orfanato de Wakayama y nunca, jamás, se volvió a saber de la progenitora. “Se llama Hideto”, fue lo último que dijo antes de marcharse y jamás volver a aparecer. No se tenía nombre, nada, nada que la relacionara con el bebé.
A los tres meses de edad, el pequeño Hideto fue adoptado por la familia Takarai. Era una pareja de personas sin el poder concebir un “pequeño milagro”, y al ver al bebé en el orfanato no dudaron en llevárselo. Acababan de mudarse a Wakayama de la metropolitana Tokio. Ella, la señora Hideki Takarai, era una maestra de artes, y el padre, Souichi Takarai adoptivo era chef en uno de los restaurantes más caros de la ciudad. Ninguno de los dos padres sabía el origen del niño. Intentaron investigar, pero mujeres como las descritas por las monjas del orfanato habían muchas. Por ello quizás, no se esforzaron demasiado en saber qué pasó con la madre y padre de Hideto. Creció en un ambiente familiar como hijo único. Hideto resultó un niño curioso, activo e inteligente, con un gran interés por el arte gracias a su madre. La familia Takarai le aceptó y cuidó, un hogar perfecto si así podría llamarse. Durante los años de estudio era un alumno bueno para las artes, malo para todo lo que requiriera números. Se enamoró del arte, diseñar, dibujar y la música como todo un hobby, así como se entretenía con las noticias, coleccionando las que más le interesaban. Gracias a su padre también aprendió a entretenerse con la cocina. Su vida recibió todo un cambio a la adolescencia. No sólo fue diagnosticado con daltonismo, cosa que le impedía diseñar y estudiar lo que deseaba, sino también que descubrió otra cosa que ninguno más sabía sobre él.
Fue una tarde de abril, estaba enojado, molesto, rabioso, y en medio del enojo bastó para que se desatara parte del poder que cómo híbrido, poseía. Las cortinas de su habitación se incendiaron y primero tonto, debió reaccionar para apagar el pequeño incendio. Quiso pensar que eran cosas suyas, pero pasó dos meses después, con otro enojo interno que amenazaba con explotar pero en este caso, un chico con el que se enojó enfermó de gravedad cuando le deseó peor. Alarmado, con temor de que los padres no le creyeran, investigó por cuenta propia. Pasaba horas en la biblioteca del pueblo, leyendo, repasando, y una noche cuando la biblioteca ya cerraba, se le “apareció” un hombre en medio de la faena de recoger los libros más gordos que él. Era un hombre joven a su parecer, con un aura que irradiaba paz y felicidad. Ese hombre, aunque Hideto lo esquivó, no funcionó demasiado y lo pilló fuera de la biblioteca. El hombre se presentó como “Kentaro” y tras calmar al chico y hablarle, le soltó toda la historia. El tal “Kentaro” era el padre verdadero de Hyde, un ángel. Le contó que su madre era un demonio, el origen de los sucesos tan extraños. Oyuki murió una semana después de dejar al niño en el orfanato, asesinada por varios demonios de su propia raza. Hideto no quiso creerle al principio, pero todo concordaba. Lo encontró días después de la escuela, por la tarde, y Kentaro lo acompañó hasta la casa. El contacto siguió incluso meses después y el chico fue aprendiendo del hombre, éste le mostró sobre los poderes, demonios, el bien y el mal, etc. Los padres adoptivos de Hideto se enteraron de eso y aunque desearon prohibirle el contacto, no lo hicieron al final.
A los dieciocho años se rompió el contacto entre Kentaro y Hyde. El ángel volvió al cielo tras “instruir” a su hijo. Hideto, además de gustarle el arte, empezó a estudiar periodismo. Ahora a los veinticinco años, terminó los estudios, ejerce la profesión y desea mejorar los dotes día a día. Anhela a su vez que el “origen” que tiene no le impida tener la vida que desea.
Banda a la que pertenece:
L’Arc~en~Ciel y VAMPS
Última edición por Hyde el Mar Jun 12, 2012 9:58 pm, editado 1 vez
Hyde- Híbrido ~demonio/ángel~
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